«Nuestra fe en el dogma del progreso como algo inevitable es tan fuerte, que ha sido capaz de sobrevivir a dos guerras mundiales, y continúa floreciendo a pesar del totalitarismo y el renacimiento de la esclavitud, los campos de concentración, los bombardeos atómicos. El progreso de la ciencia es uno de los factores determinantes implicados en el paulatino declive de la libertad, así como en la centralización del poder, que han tenido lugar durante el siglo veinte».
Aldous Huxley fue increíblemente profético, un guía más astuto del futuro que cualquier otro novelista del siglo XX.
JG Ballard
El siglo XX podría verse como una carrera entre dos versiones del infierno creado por el hombre: el totalitarismo estatal de "Mil novecientos ochenta y cuatro" de Orwell y el paraíso hedonista de Brave New World, donde todo es un bien de consumo y los seres humanos están diseñados para ser felices.
Margaret Atwood
«El ser humano es ahora víctima de su propia tecnología», afirmó Aldous Huxley en una entrevista a la BBC en 1961, dos años antes de morir. Célebre por su novela distópica Un mundo feliz, Huxley fue también un lúcido crítico de la civilización industrial. Desde el comienzo de su carrera de escritor, se mostró preocupado por la relación entre el progreso científico y la sociedad humana.
Los ensayos reunidos en El precio del progreso, escritos entre 1946 y 1962, muestran cómo Huxley puso por delante de cualquier otro factor para el cambio, la necesidad de cuestionar el dogma del progreso científico y tecnológico. Supo desvelar el peligro inherente a la transformación social en Occidente si dicha transformación, independientemente de su naturaleza política, no tenía en cuenta en qué medida la industrialización y la tecnología suponían amenazas patentes para la emancipación total de las comunidades humanas.
El precio del progreso
Aldous Huxley
- Ediciones El Salmón