Benjamin fue un analista de nuestra modernidad, y por lo tanto de las artes contemporáneas: teoría de los medias y del aparato, de la fantasmagoría colectiva y de la imagen dialéctica, de la droga, de las épocas de la técnica como formas de la percepción, de los sucesos y de la exposición para la masa, etc. Atacar las artes contemporáneas (lo múltiple aquí es un mínimo necesario: por lo tanto atacar a tal o cual forma de arte contemporáneo estallado) pasará cada vez más como un ajuste de cuentas contra este autor declarado mítico, difícil, incomprensible. Porque para Benjamin la obra de arte no tiende tanto a instituir relaciones sociales como a divisar el porvenir. Es por esto que el arte no pertenece a la historia (de los hombres), y ya no existe el sentido clásico de la historia del arte. Benjamin puede ser a la vez, el primer teórico de los medios de comunicación y de los aparatos que se encuentran en la historia y que hacen historia, y de las obras a ser entendidas como eventos que se intercambian una con las otras dentro del campo histórico. De allí la incomprensión y algún resentimiento de los historiadores del arte.