El Loco del Tarot miraba a El Mundo: y desvelar quisiera, y descifrar ansiara su total sentido anudador. Lograr el universo de ideas: desde las búsquedas y hallazgos hacia el Cosmos ordenado que escucharía al final de aquella Rueda de la Vida.
Conocer lo ignorado y enriquecer el alma: pedía más y más luz al lucernario para dar con las palabras presentidas.
Daría con las palabras, preciosas por precisas.
Buscaría, en el bosque de la noche, la revelación –resurrección–: rito y ceremonia de iniciados. El ritual que encontrara el sentido del sentido; y los ecos del maravilloso silencio del Silencio.
Eres –oía el Loco–, paradigma de poesía y de alquimia. Admirable loco capaz de perderlo todo: todo, menos la razón y sus motivos.
Tú muy bien sabes ver, en rotación, los emblemas, los signos, y los símbolos, en el círculo silente y aparente. Y circunvalar el laberinto, que configura la esfera.
En ella penetraría el silencio que da mano a la palabra, seguidos por la sombra luminosa que alargara tan sabia filosofía, y alcanzara metafísica sublime.
Tarot o imaginario cósmico
Antonio Fernández Heliodoro
Manuscrito